¿Cómo manejar la ansiedad en el día a día?

La ansiedad es una de las respuestas más comunes de nuestro cuerpo ante situaciones de tensión, incertidumbre o preocupación. Todos la hemos sentido alguna vez: esa sensación de nerviosismo, el corazón acelerado, la mente llena de pensamientos que no paran y, a veces, la impresión de que no podemos controlar lo que ocurre a nuestro alrededor. Sentir ansiedad no significa que algo esté mal contigo, significa que tu cuerpo está reaccionando a un reto. Sin embargo, cuando se vuelve intensa o constante, puede afectar a tu bienestar y a tu vida diaria.

En este artículo quiero acercarte a algunas ideas prácticas que pueden ayudarte a manejar la ansiedad de una manera más saludable y consciente.

image

Reconoce y acepta la ansiedad

El primer paso no es luchar contra ella, sino reconocer que está ahí. Muchas veces tratamos de ignorar lo que sentimos o nos culpamos por no estar tranquilos. Esto solo aumenta la tensión. En cambio, aceptar que estás ansioso en un momento determinado te permite mirarlo con distancia y empezar a trabajar en cómo responder de otra manera.

Un ejercicio sencillo es parar unos minutos, cerrar los ojos y nombrar lo que sientes: “ahora noto presión en el pecho”, “siento calor en las manos”, “mi respiración es rápida”. Ponerle palabras ayuda a normalizar la experiencia.

Respira de manera consciente

La respiración es una de las herramientas más poderosas para regular la ansiedad, porque conecta directamente con el sistema nervioso. Una técnica útil es la respiración diafragmática: inhala contando hasta 4, mantén el aire 2 segundos y exhala lentamente en 6 tiempos. Hazlo durante 3 a 5 minutos y notarás cómo tu cuerpo se calma poco a poco.

Cuida tus hábitos diarios

La ansiedad no aparece de la nada, muchas veces está relacionada con nuestro estilo de vida. Dormir mal, abusar de la cafeína, no movernos lo suficiente o trabajar sin pausas son factores que la alimentan. Pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia:

  • Dormir entre 7 y 8 horas.
  • Reducir estimulantes como café, alcohol o azúcar.
  • Realizar actividad física moderada, aunque solo sean caminatas diarias.
  • Dedicar al menos un momento del día a desconectar con actividades que disfrutes.

Aprende a cuestionar tus pensamientos

La ansiedad se alimenta de pensamientos que anticipan lo peor: “me va a salir mal”, “no voy a poder con esto”, “seguro algo malo ocurre”. Una estrategia útil es preguntarte:

  • ¿Qué pruebas tengo de que esto realmente pasará?
  • ¿Qué me diría un amigo si pensara así?
  • ¿Qué alternativas hay que aún no estoy considerando?

Este tipo de preguntas ayudan a poner freno a la cadena de pensamientos catastróficos y recuperar una mirada más realista.

Busca apoyo cuando lo necesites

Aunque estas técnicas pueden ayudarte en el día a día, a veces la ansiedad puede ser demasiado intensa o persistente. En esos casos, pedir ayuda profesional no significa debilidad, sino valentía para cuidarte. La terapia ofrece un espacio seguro donde comprender lo que te ocurre y aprender estrategias más profundas y personalizadas.

Manejar la ansiedad no es eliminarla por completo, sino aprender a convivir con ella de una forma más saludable. Reconocer lo que sientes, cuidar tu cuerpo, cuestionar tus pensamientos y apoyarte en otras personas son pasos que marcan la diferencia. Y recuerda: no tienes que hacerlo solo, siempre hay recursos y acompañamiento disponibles para ayudarte a recuperar tu bienestar.